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miércoles, 27 de julio de 2016

Fiestes y celebraciones de antes

Desfile carrozas en Colunga año 1952

Desfile julio 1952


Excursión a Sta. Rita en Torre años 40

Virgen de Covadonga en procesión de Gobiendes al Barrigón 1950

Virgen de Covadonga en procesión

Vestidas de asturianas para tirarle flores a su paso

Celebrando delante de la iglesia de Gobiendes

Juventud en fiesta 

martes, 12 de julio de 2016

Ya me conocéis...

Aquí estoy de nuevo. Ya me conocéis. Mi nombre es Libardón. 

Quiero seguir relatando mis curiosidades, anécdotas. Os diré como se celebran las fiestas. Os hablaré de las costumbres, en definitiva de la magia que me envuelve y que hace que la imaginación vuele a hasta destinos insospechados y consigo que cada vez acudan más personas, incluso varias de ellas se quedan y se hacen con una propiedad, para poder venir en cuanto tienen algún tiempo libre y poder disfrutar de las imágenes que tienen ante sus ojos y de la paz que aquí se respira.

Señal a Los Toyos
Un viajero que pasó por aquí no hace mucho tiempo, quedó embelesado de lo que veían sus ojos. Caminaba solo, haciendo fotografías. Pensaba que no le escuchaba nadie y hablaba como si lo estuviera haciendo con alguien. Subía por una de las estrechas carreteras que lleva a uno de los barrios que forman parte de mi familia geográfica; Los Toyos.

¿Has visto el espectáculo, que tenemos delante de nosotros? El viajero, seguía hablando y haciendo fotos. El monólogo que tenía, hacía pensar que estaba acompañado por alguien. Probablemente, pensaba que efectivamente, había alguien a su lado. Su abstracción, llegó a tal punto que no se dio cuenta, que uno de sus pies se metía en un charco. Miró hacía abajo y dentro del agua un poco embarrada, encontró varios renacuajos. Abrió los ojos de forma desmesurada, estaba lleno de ellos, al poner el pie sobre el agua, salieron todos nadando del fondo del barro.

Hoy difícilmente, se pueden encontrar estos pequeños animales, incluso aunque se produzcan charcos dentro de cualquier ciudad. Hay que acudir al campo y en este caso, diré y me siento muy orgullosa por ello, que ha tenido que ser aquí, donde este viajero ha visto renacuajos.


Renacuajos
Sintió mucha alegría, ya que por lo que le escuché decir, no los había visto desde que era niño y ahí es donde empezó a trabajar con su cámara fotográfica, tomando una instantáneas del charco de agua. 
Levantó su mirada hacia el este y contempló las majestuosas montañas de la sierra del Sueve. Subió su cámara fotográfica hasta una altura que le permitía enfocar hacia un punto y comenzó a sacar fotos, no se cansaba, disparo tras disparo.

Se fijó en lo que era una arboleda inmensa que abarcaba una distancia bastante grande.
En la lejanía, se podían apreciar algunos grupos de casas, que daban un encanto especial a las escenas que quería fotografiar. Concretamente, las casas que se veían al fondo se trataban de algunos de los barrios que componen mi aldea. La Zorea, Raiceu, La Trapa, Carrandena y alguna que otra casa diseminada por el inmenso bosque que el viajero fotografiaba una y otra vez. Siguió subiendo carretera arriba y llegó a La Campa, allí encontró unas personas que le parecieron encantadoras. Charlaron y al momento invitaron al viajero a tomar unos culines de sidra. Se dio cuenta del carácter abierto y afable de estas personas. Normal. Son hijos de mi tierra, nacidos en esta noble y entrañable aldea. Cuando marchó de allí, siguió tomando fotografías.
El camino, aunque bien asfaltado, presentaba una subida bastante pronunciada, pero al viajero, no le importó. Pendiente de la maravilla que tenía delante de sus ojos, seguía mirando por el objetivo haciendo instantáneas y a cada momento, hablaba y hablaba. Para mi me resultó simpática tanta elocuencia y claro, yo cada vez me sentía más emocionada. Estaba hablando de mi.

El viajero oyó un perro ladrar, pero no tenía miedo a perros, ni a ningún otro animal que se le presentara. El perro en cuestión, era propiedad de los ganaderos que vivían allí y que salieron al oírle ladrar.

Entabló conversación con ellos y manifestó, lo maravillado que estaba de tener la satisfacción de haber hallado un lugar tan idílico.

Siguió subiendo, hasta que el camino o pequeña carretera terminó delante de una capilla. La Capilla de Los Toyos. 
Capilla de Los Toyos

Pensó que si seguía subiendo, llegaría hasta el cielo y así se lo manifestó a su imaginario compañero.

lunes, 4 de julio de 2016

La vida de los pastores, por C. Balbín (1995)


Desde abril hasta noviembre,
subíamos a la montaña
co´les vaques y les oveyes,
y con toda la manada.

Y quedábamos allá,
viviendo e´na cabana,
empotrada ente les peñes,
cuasi xunto a la mayada.

Dormíamos n´a tenada
metíos ente la herba,
tapaos co´nuna manta,
o facíamos un furacu
p´ente el medio de la paya.

Mecíamos la “Casina”,
la “Pongueta” y la “Chavala”,
la “Roxa” y la “Pardina”,
y tamién alguna cabra.

Llenábamos la caramañola,
(pa´facer güena cuayada),
hasta llenar el zurrón,
´onde después se maciaba;
y echándolu al recostín,
ximielgándolo al baxar
hasta llegar a casa,
y echando a los cuatro vientos
una güena cantarada:
“E´na braña de Cezures
robaren un cobertore,
y el que lu robó dicía,
ojalá fora meyore”.
O la otra que dicía:
“Tengo de subir al puertu,
aunque me cubra la nieve…”
“Si la nieve resbala
qué hará el romero…”
Y la más guapequina, dicía:
“La Virgen de Covadonga
ye pequeñina y galana,
aunque baxara del cielo
no hay pintor que la pintara”.

¡Qué llechi que se tomaba
cuando se mecín les vaques,
y los quesos que facíen
de la llechi de les cabres!.

¡Cuántes veces resbalamos
per aquellos cuestibayos,
rodando p´ente les peñes!,
pero nunca nos quexamos.

Y, ellí, n´aquelles cabanes
éramos los más felices,
sin calendarios ni radios,
sin discursos nin noticies.

Hasta que los vientos anunciaben,
desde los picos más altos,
que el tiempo de les naciones
llegaría sin tardanza
cuando les yegües paríen
los famosos asturcones,
aumentando los cadiyos
de aquella güena yeguada.

Daquién escribió una vez
aquella gran poesía
que, si mal no recuerdo,
d´esta manera dicía:
“Cuasi al frente, de llau de Colunga,
llevanta el Puertu Sueve la cabeza
que i´dio a Roma les potres asturcones
que suben de rodíes una cuesta”.

A veces llegaben llobos
famientos, de otros puertos,
y facíen e´na reciella
unos daños muy siniestros.

Pero los perros, que son
del hombre, los más amigos,
co´la carraca al piscuezu,
dexábenlos aturdíos.

¡Y qué garrotiada se armaba
si llegaben los pastores
con piedres y co´la fonda,
con cibiellos y cachaba!.

“Pel tiempo de toos los Santos
´ta la nieve pe´los campos”:

Asina dicía el refrán;
pero entonces los pastores
empezaban a baxar
pa´los pueblos y los baxos
´onde non podía llegar
la nieve que allá n´os altos
ya empezaba a cuayar.

Y allá arriba e´nes cumbres,
hasta el añu siguiente,
quedaben las cabañines
bien tapaes po´la nieve.
Y, aquella felicidá
que teníen los pastores
non la tienen los turistas
con sus carpes y sus goces
cuando van a veraniar
con un mes de vacaciones.


LA VIDA DE LOS PASTORES

(Para el museo del bable)C. Balbín (mayo 1995)